Ideas

Bienestar Psicológico y Conductas Pro-Sociales en niñas y niños

Presentación:
En este breve escrito se presentan algunos de los recientes estudios sobre conductas pro-sociales y altruismo en niñas y niños, los cuales están abriendo el debate sobre lo primario de conductas éticas en bebés y sobre el carácter transcultural de los resultados.

A la luz de los hallazgos, el presente ensayo defiende la tesis de la existencia de una actitud de bondad y generosidad primaria, que estaría al servicio de la supervivencia del individuo y de la especie, además, se defiende la relevancia de desarrollar acciones preventivas psicoterapéuticas, que permitan que estas habilidades se sigan desarrollando a lo largo del ciclo vital. Estos estudios estarían dando un sustento empírico a intervenciones que promuevan la empatía, la compasión y la atención plena (Mindfulness), tanto en niños, como en la interacción niños-cuidadores y en los cuidadores mismos.

Desarrollo:
Hoy, a partir de la resolución A/65/L.86 de las Naciones Unidas, donde se reconoce que la búsqueda de la felicidad y el bienestar son un objetivo humano fundamental e identifican su promoción como una de las claves para un desarrollo sustentable y armonioso en el presente siglo adquiere una mayor relevancia la comprensión y el estudio psicológico y científico del bienestar.

En este contexto el bienestar no puede ser entendido sólo como una búsqueda individual y hedonista por satisfacer las propias necesidades, sino más bien, se requiere de una comprensión amplia y contextualizada, que incluya y promueva el bienestar de los otros.

Hoy en el planeta existe una enorme diversidad de “realidades” culturales y sub-culturales. Algunas regiones poseen un elevado nivel de desarrollo industrial, científico, educacional y tecnológico, mientras que otras zonas (la mayoría densamente pobladas) siguen viviendo en condiciones de pobreza, olvido y vulnerabilidad, tanto biológica como psicosocial. Así como existe una amplia gama de realidades culturales, no es menos cierto que como habitantes del planeta nos vemos enfrentados a desafíos comunes, las crisis económicas y ecológicas, además de los negativos y crecientes indicadores de salud mental (Presente al menos en la mayoría de los países desarrollados o en vías de desarrollo).

Todo lo anterior hace imprescindible adoptar una perspectiva transcultural del estudio del  bienestar, indagando sobre cuales son las características comunes y diferenciadoras en nuestra naturaleza y cuales nos pueden aportar a una mayor felicidad. En este contexto, una contribución relevante la están llevando a cabo una serie de investigadores que se han abocado a la comprensión del altruismo y las conductas pro-sociales en niñas y niños,

La evidencia de estas investigaciones indica que desde muy pequeños los niños tienen la capacidad de manifestar conductas altruistas y pro-sociales. Hamlin, Wynn & Bloom (2009) y Yamaguchi, Kuhlmeier, Wynn, & Van Marle (2009) presentaron una tarea social a niños de entre 6 a 10 meses, en un diseño experimental que utilizaba un teatro de marionetas y en el que aparecía una colina y una figura de un círculo tratando de subir esta colina, un triángulo ayudaba al círculo a subir, mientras que en una segunda escena, un cuadrado obstaculizaba que el círculo subiera. Luego se le pedía a los niños que habían observado la escena que eligieran entre dos figuras: El triángulo (figura ayudadora) o el cuadrado (figura obstaculizadora). Los resultado en la gran mayoría de los casos mostraba que los niños eligieron a la figura que había realizado la conducta pro-social, mostrando así cómo desde muy temprana edad los bebes muestran una preferencia por conductas pro-sociales. Otros estudios, como los de Warneken & Tomasello, (2006) con niños de alrededor de 18 meses, demuestran la presencia de conductas altruistas sin que este tenga un interés particular en obtener beneficios, además Warneken, Hare, Melis, Hanus & Tomasello (2007) hablan de un altruismo espontaneo, entendiéndolo como una actitud y conducta de ayudar a un otro, previo a las diferenciaciones culturales.

Para apoyar la hipótesis de que esta conducta es muy primaria, las investigaciones también incluyeron en las situaciones experimentales a chimpancés y en ellos también observaron conductas altruistas, mostrando que este tipo de acciones parecen ser parte de las conductas naturales de los mamíferos. Warneken, Lohse, Melis & Tomasello, (2011) más recientemente llegaron a postular que las conductas de cooperación forman parte de las bases filogenéticas y ontogenéticas de los mamíferos.

Resulta interesante destacar que los anteriores descubrimientos se complementan con la tesis desarrollada por Heidi Keller (2007) sobre la existencia de un conjunto de conductas parentales (tales como el cuidado primario, el contacto corporal, la estimulación del cuerpo y objetos, el intercambio cara a cara y un modo particular de desarrollar una narrativa) que conforman un repertorio universal de conductas e interacciones de los cuidadores despliegan en favor del desarrollo del niño. Con los descubrimientos de las conductas de cooperación en niños, se hace más claro el otro lado de la moneda, queda en evidencia que existe un sistema complejo de interacción cuidadores-hijos, donde ambos co-crean y promueven el cuidado y la protección mutua.

Estos estudios y muchos otros parecen contravenir las creencias más tradicionales sobre la infancia, que describen al niño como un ser egoísta, demandante y despreocupado de su medio.

Considerando lo descrito por Keller (2007) que el niño nace inmaduro cerebralmente, donde a los 6 meses de nacido recién tiene el 50% de su peso, a los 2 años el 75% y a los 10 años el 95%, resulta más relevante aún destacar que las conductas pro-sociales en niñas y niños parecen formar parte del cerebro primitivo, siguiendo la teoría del cerebro triuno de MacLean (Leodoux, 1999) las conductas de cooperación en niños formaría parte del desarrollo evolutivo del cerebro reptiliano y límbico, antes que de la neo corteza, o dicho de otro modo, las conductas de altruismo y cooperación primarias están más asociadas a los instintos y las emociones básicas, que a los aprendizajes del medio.

Aun cuando estas investigaciones se han realizado en un contexto cultural occidental, podrían estar demostrando que la cooperación es una característica constitutiva o al menos muy primaria de la naturaleza humana, sobre la cual se podría ir configurando una noción de bienestar amplia y transcultural, quedando aún pendiente el desafío replicar esta línea de investigación en otros contextos culturales.

El estudio de las conductas altruistas y pro-sociales en niños podría abrir las puertas a comprender de mejor modo el bienestar natural de los seres humanos y a buscar buenas prácticas para promoverlo, o dicho de otro modo, más que aprender a ser buenos, podemos aprender a re-descubrir y promover la bondad que cada niño ya posee.

Ante la complejidad de la vida moderna (y las dificultades que trae asociada, por ejemplo los altos niveles de depresión, estrés, etc.), una respuesta efectiva y sustentable puede estar más cerca de lo que pensábamos, quizás esté en promover el altruismo que ya tenemos y en incentivar las conductas pro-sociales en los niños. Quizás más que “aprender a ser buenos y cooperativos”, lo que parece estar mostrándonos esta nueva línea de investigación es que tenemos que “re-descubrir nuestra natural bondad”.

Si lo miramos desde una perspectiva social, el primer paso para construir una cultura del bienestar (tal como lo pide la resolución de las Naciones Unidas), esté en reconocer este altruismo primario, y luego de reconocerlo, ampliarlo, promoverlo, enseñarlo, cultivarlo, buscar buenas prácticas que permitan que se desarrolle. En este altruismo primario están las semillas de un nuevo bienestar y de una nueva manera de relacionarnos, que honre nuestra diversidad cultural y que al mismo tiempo celebre lo que nos une.

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