Los seres humanos compartimos al menos dos condiciones existenciales, por un lado, no estamos determinados por nuestra historia, aunque por supuesto somos influidos por ella y nos afecta, sin embargo, habitamos también un espacio de indeterminación, dónde tenemos la capacidad de elegir y de hacernos camino al andar.
La segunda condición existencial es que el futuro aún no está escrito, es en gran medida incierto, y como éste se despliegue dependerá de la visión de mundo que tengamos y de lo que hagamos hoy.
Con la incertidumbre como base por supuesto las cosas pueden ir mejor o peor que lo que están hoy, sin embargo, reconocer que no estamos determinados y que el futuro es incierto son una ineludible invitación a actuar con mayor consciencia y nos interpela a tener una curiosa responsabilidad existencial.
Lo que termine ocurriendo mañana dependerá en gran medida de lo que hagamos hoy en nuestra vida cotidiana, quizás por esto es tán importante cultivar diariamente una conciencia presente y abierta, y una motivación altruista y compasiva, que sean antídotos ante la visión auto centrada en la que todos corremos el riesgo de caer (y en la que todos caemos a veces).
Creo que lo indeterminado no es solo un concepto filosófico, es una condición existencial que afecta nuestras vidas concretas, nos hace responsables del horizonte de posibilidades que se despliega ante los ojos y nos interpela actuar, se vuelve claro la importancia de lo ético, donde aparecen los otros y el cuidado. No vivimos solos y no podemos guiarnos solo por nuestros antojos, ¿Por qué? Porque nuestras actitudes y acciones afectan e influyen, podemos causar sufrimiento y también podemos ayudar a reducirlo y contribuir al bienestar de todos los seres.
Aterrizando lo anteriormente expuesto a lo que estamos viviendo hoy en Chile, desde octubre del año pasado hemos sido conscientes de la expresión de una dolorosa desigualdad, del malestar social, de la sideral distancia entre los políticos y la ciudadanía (y por si esto fuera poco, sumémosle la crisis sanitaria producto del COVID-19, que está afectando al planeta). Ante esto, creo que tenemos la responsabilidad de salir de nuestras parcelas y de buscar ayudar a construir una sociedad más compasiva, una comunidad que privilegie el bien común (sobre los intereses particulares). Nadie dice que esta tarea sea una tarea fácil, que no implique riesgos y que incluso pueda salir mal, pero esto no es excusa para no intentarlo.
El próximo domingo tenemos la oportunidad histórica de comenzar un proceso que nos lleve a reescribir una nueva constitución, seguro no solucionará todos los problemas (dudo que alguien realmente crea que sea así) pero es una oportunidad para comenzar a escribir un nuevo modo de relacionarnos.
Creo que no estamos determinados por lo que fue, no estamos condenados a vivir con miedo, y a que el miedo defina nuestro futuro, no somos puros individuos separados, compitiendo y tratando de sobrevivir, podemos pensarnos también como seres sensibles, con la capacidad de ser compasivos y de generar las condiciones para vivir bien, con más sentido.
Los desafíos a los cuales estamos enfrentados son inmensos y necesitamos conectarnos con un sentimiento de comunidad, de humanidad compartida y desde ahí construir.
Como un simple ciudadano, independiente, pero no neutral, quisiera invitarles a que redactemos una nueva constitución que abracen la diversidad y que las diferencias no nos dividan, sino que no se enriquezca. Pensemos en una consitución que no sea solo para unos pocos, ampliemos el límite de lo posible y que podamos construir una comunidad más acogedora para todos los que habitan esta tierra.
Para quienes se presenten como candidatos a redactar la nueva constitución, les invito a que se hagan continuamente la siguiente pregunta ¿Qué país y qué sociedad quisieran heredarle a sus hijos? ¿Y a los hijos de los demás habitantes de esta tierra? Quizás teniendo esto en mente se vuelva más fácil encontrar puntos de acuerdo, y que podamos escucharnos, y que la nueva constitución sea una invitación a construir entre todos un hogar más acogedor.
**Fotografía de Francisco Martín León.
One Comment
Angélica López
Qué bonitas palabras, Claudio. Y también la intención para nuestro país y la humanidad.
Comparto plenamente contigo la invitación que haces, para una nueva constitución, que abrace las diferencias y la diversidad, de modo que nos enriquezca como país. Y también la invitación a reflexionar acerca de la sociedad que queremos, ahora y en el futuro.
Un abrazo
Angélica López